Diana
Taylor, en The archive and the repertoire,
a través del primer soliloquio que presenta Emilio Carballido en su loa Yo también hablo de la rosa, evidencia
la relación entre el pasado prehispánico y el presente histórico. En el corazón
mestizo de la intermediaria, convergen las dos culturas y es a través de su voz
que se da cuenta del sincretismo. A través de un objeto inmaterial se
desarrolla la intención del texto. Por otra parte, en la pieza musical de Jorge
Ibargüengoitia, Los buenos manejos,
también la significación del texto recae en un motivo inmaterial: los nombres
de los personajes. La denominación de cada una de las figuras dramáticas, como fray
horóscopo, doña álgebra o don sepulcro, que luego se fortalece cuando el trío
de prostitutas encubren su identidad bajo el apellido “de la Máscara y Cortina”,
refleja el contenido que Ibargüengoitia ironiza: la doble moral dieciochesca. Esta
idea se colige con las consideraciones de Juan Villegas en el capítulo “De los
discursos teatrales y teatralidades de la posmodernidad y la globalización”. En
este describe una de las modalidades del drama: el teatro político, género en el
que se inserta el texto de Ibargüengoitia. En la obra se representa una pequeña
comunidad del siglo XVIII en el que la legislación se advierte corrompida, al
participar de actividades ilícitas como la prostitución. Al igual que las tres
rameras, Aurora, Tecla y Dolabella, el gobierno y los habitantes de la obra, se
ocultan tras “los buenos manejos” por los que finalmente consiguen sus cometidos
políticos y económicos. La conclusión de esta pieza puede estimarse como
impredecible, pues el aparente triunfo de la virtud que se materializa en el
castigo de las tres mujeres, se permuta con el desenmascaramiento de sus
figuras: Sepulcro, de manera repentina, muere; y este motivo detona nuestra perspicacia:
álgebra se casa con el alcalde don Sebastián y se convierte en la
administradora del prostíbulo de la comunidad.
viernes, 22 de noviembre de 2013
"CORONA DE FUEGO"
George Lukács advierte un
desarrollo más acentuado en la narrativa histórica que en el drama; sin embargo
menciona la hibridación entre ambos géneros, que ya había estipulada, dice
Lukács, por Aristóteles, entre la épica y la tragedia. Empero, el crítico no
solamente intenta evidenciar sus disparidades, sino también las características
en las que se corresponden. Una de ellas es su rasgo cualitativo, es decir la
concentración formal, que explica a través de una de las categorías de la estética
hegeliana la “totalidad de los objetos”. Citando a Hegel, Lukács evidencia que
el drama no representa un mundo objetivo, es decir distanciado de la realidad
humana, sino que intenta contener “la impresión de la totalidad”. El drama
ficcionaliza los temas esenciales de la existencia y los convierte en
paradigmas. Tal es el caso de la obra Corona
de fuego de Rodolfo Usigli, pieza perteneciente a la trilogía que, por lo
que se ha comentado, recupera tres momentos paradigmáticos del devenir
nacional: la aparición del mito guadalupano, los acontecimientos posteriores a
la conquista (muerte de Cuauhtémoc) y la decadencia, en voz de Carlota, del
segundo imperio. Es decir que la trilogía de Usigli, como lo evidencia la
estética hegeliana que retoma Lukács, intenta ofrecer un panorama absoluto de
la conformación identitaria de “lo mexicano”. Y Corona de fuego, como si se tratara de una abismación, presenta
otros momentos importantes de la historiografía, que filtra a través de dos
coros (el español e indígena); recurso que evidentemente retoma de la tradición
clásica y que evidencia esta totalidad estética y formal. La intromisión de los
coreutas, también nos habla de la categoría que propone Lukács para los
personajes: “los hombres de confianza”, que el teórico define como aquellas
figuras que, lejos de ser sólo personajes secundarios, detonan la fuerza motriz
de la acción global. Así, observamos que la pesadumbre de la malinche, en el primer
acto, por las manos que Cortés ha mandado cercenar, se intensifica con la
participación de los coreutas. Otro ejemplo es la demanda que hace el coro indígena
cuando Cortés manda destruir las efigies prehispánicas; los coreutas le
cuestionan su caridad católica. Otros momentos importantes que observamos es la
traición de Pax Bolón a Cuauhtémoc y el castigo a este y a Tetlepanquetzin el
28 de febrero de 1525.
martes, 19 de noviembre de 2013
"LA EXPULSIÓN"
Daniel Meyran, en Una lectura del
tiempo sobre el tiempo, considera que el estudio del teatro histórico
hispanoamericano en Europa, persistirá si este se continúa escribiendo,
representando y traduciéndose. El análisis que el estudioso propone para el
hecho teatral, cercano al de Charles Sanders Peirce, es el que atiende a la
sociocrítica y a la fenomenología del objeto teatral; es decir a su textualidad
y representación. Considera que evidenciar la Historia, como hecho teatral
sociocrítico y semiótico, es un acto que persigue encontrar la significación de
lo representado, pues la Historia, afirma Meyran, convoca; “sólo conserva la
memoria”, no explica. Aludiendo a Octavio Paz, Meyran considera que es la inmaterialidad
del objeto (signo) la que representa. Por otro lado, un juicio afín es el que
expone en otro de sus artículos: Representar el pasado es repasar el
presente. En el texto, Meyran
registra que la Historia surge a partir de la confluencia de la diacronía
(pasado) y sincronía (principio de selección de la memoria), ejes que
permiten la recuperación del pasado en el presente. Meyran, contextualizando
este rescate de la memoria en el territorio nacional, menciona la aparición de
diversas manifestaciones teatrales; la primera de ellas, en 1922, bajo el
auspicio del Teatro Regional de Teotihuacán. Y en la obra La expulsión de José Ramón Enríquez, observamos que el pasado dieciochesco,
no ya el prehispánico, como se observa en la narrativa mexicana de la
Generación de Medio Siglo, a manera de lugar común, puede explicar el
detrimento presente. Es Francisco Xavier Clavijero quien enuncia cuánto le va a
costar en el futuro al continente americano la expulsión de su orden. Esta, justificada por los desacuerdos con la orden
franciscana, pues estos acusan a la Compañía de Jesús de faltar a la autoridad
imperial y eclesiástica, a través de la
dispensa de diezmos y la comprensión de
la idolatría indígena. Entre los personajes históricos que tienen mayor voz en
la obra son Carlos III, Francisco Xavier Alegre y Francisco Xavier Clavijero,
sobre todo este último que mantiene una importante discusión con Cornelius de
Pauw sobre la naturaleza del americano, siendo uno de los argumentos de Pauw,
sobre la aparente degeneración del americano, el clima. Pero el francés, como
lo hace saber Clavijero, denuesta al americano sin conocimiento de causa, nunca
ha pisado el continente. En la obra observamos las vejaciones cometidas contra
la orden, durante un hacinamiento en el interior de un galerón, lugar desde el
que Clavijero y José Ignacio, joven que
acaba de recibir su ordenanza, estiman, como menciona Meyran, las consecuencias
del pasado en el presente. Se preguntan qué resultados tendrá la expulsión, por
ejemplo, en el siglo XXI.
lunes, 18 de noviembre de 2013
"LA MALINCHE" DE RASCÓN BANDA
Lindenberger considera que el teatro histórico debería
ser, entre los géneros dramáticos, el más realista. Pero en la pieza de Rascón
de Banda advertimos la transgresión de este axioma, pues no observamos la
construcción arqueológica del personaje, como en la obra de Gorostiza, sino la deconstrucción.
La malinche de Rascón Banda se revela como un ser fragmentado, a veces aparece
como una diputada o una reportera y otras como una efigie que evoca su pasado histórico
frente al psicoanalista. Lindenberger estima
que el asunto histórico, en la antigüedad era equiparable al mito; por lo
tanto, la representación era, citando a Horacio, un asunto públicamente
conocido. Rascón Banda sigue esta línea y ofrece la significación universal que
se le ha otorgado a la malinche y con la que todos estamos familiarizados;
incluso en el texto se citan las consideraciones paradigmáticas de Octavio Paz,
pero, como menciona Lindenberger, el dramaturgo lo hace evidenciando la
continuidad entre el pasado y presente, a través de la familiarización; y es
muy interesante observar, por un lado, que Rascón Banda intente la
desmitificación de la malinche y, por otra, reafirme algunos de los presupuestos
que se tienen sobre el personaje, como el que ella y Cortés sean los
responsables directos de la matanza del templo mayor. Asimismo,
Lindenberger propone tres niveles de la realidad escénica del género histórico:
los materiales históricos que pretenden recrearse, la refundición del dramaturgo para dar un
sentido a la continuidad histórica y el significado que adquiere para los
receptores. La malinche de Rascón Banda, como lo vemos, no pretende reconstruir
el pasado si no otorgarle un sentido. Por otra parte, las consideraciones de Buero
Vallejo son análogas a las de Lindenberger. El dramaturgo español estima que el
drama histórico no debe atender al rigor documental, sino a las significaciones
y “debe iluminar el presente, a través del pasado”. Esta extrapolación la
observamos en la mayoría de las escenas, pero entre las más destacadas se
pueden mencionar: la malinche, a través de un romance expone el pasado y
presente de la conquista y ya no quiere ser alegoría de la traición; un diputado
quiere que se nombre como verdadero padre de la patria a Hernán Cortés (otredad);
y una de las escenas más significativas: las epidemias que se corresponden con
la transculturación y la paulatina muerte de “lo mexicano”.
domingo, 17 de noviembre de 2013
"LA CIUDAD DE LOS CARRIZOS"
Si
bien La ciudad de los carrizos no
recupera el pasado histórico del que habla Kurt Spang, el texto, a través de la
reinterpretación del mito de Quetzalcóatl,
evoca el mítico, ejemplarizando, como menciona Spang, lo universal a partir de
lo particular. De acuerdo al filólogo, el autor literario “debe rellenar los
huecos” para representar la “supraindividualidad” del acontecimiento que reinterpreta.
Y esta es la ventaja del autor literario sobre el histórico, dice Spang,
mientras que aquel registra y dispone, el narrador reinventa. La obra de González
Caballero, si el mito de Quetzalcóatl, su caída y apoteosis, fuese apreciado
por nosotros, lectores contemporáneos, como realidad histórica, nos
percataríamos de que no pretende una reconstrucción arqueológica que sí
observamos, por ejemplo, en el texto de Luisa Josefina Hernández. Basta
recordar las primeras acotaciones que describen la escenografía y los
vestuarios, para intuir que no se persigue, como se decía, la representación
naturalista, si no el distanciamiento, la “representación antilusionista” que
clasifica Spang; y González Caballero lo hace a través de un Quetzalcóatl,
denominado príncipe Uno caña (nombre que anuncia la futura caída azteca), de
carácter ascético y enemigo de las guerras (floridas) y de los sacrificios
humanos. A través del hechicero Luna, el dios de la región del frío
(Huitzilopochtli) les informa que las ofrendas ya no son suficientes para
subsistir, por lo tanto exige los corazones de los sacrificados. A la decisión
temen que se oponga Uno caña, que además goza de la estima y consideración de
la mayoría de los habitantes; por lo tanto deciden corromper, como ocurre a la divinidad prehispánica,
al príncipe Uno caña, a través de la carnalidad, el éxtasis de los sentidos y
el falso testimonio. Cuando el príncipe se encuentra preso, víctima de la
maledicencia, el coro de voces lo impreca a ceder ante los sentidos, pero el
desvelamiento ocurre cuando tiene conciencia de su materialidad. Otro punto de
los que Spang desarrolla y que se observan en el texto de Glez. Caballero es la
temporalidad. Goethe, cita Spang, define el tiempo de la mímesis, anticipándose
al futuro, prolepsis que se observa en esta obra, sobre todo en la
caracterización de Uno caña, y que otorga al texto un carácter de, comenta
Spang, “parábola intemporal”. Y esta es la impresión que nos queda luego de
leer la obra, que el mito de la deidad prehispánica, como se ha visto en otros
de los textos que retoman el tema, es infinita en su interpretación.
"EL CORTÉS DE LEÑERO"
Al
igual que en otros textos, como en Los
albañiles (novela, adaptación dramática y cinematográfica), Vicente Leñero,
en La noche de Hernán Cortés,
presenta un espacio mimético fragmentado en distintas temporalidades: 1547,
1990, 1522, 1519 y 1524, conglomerado de épocas que, simultáneamente, revelan
el estado físico y espiritual del conquistador, derribando algunos de los
presupuestos paradigmáticos que lo representan – y que Northrop Frye denomina “mitos
históricos”, generadores de la “falacia poética”, cita Hayden White-, y
evidenciando, lo que no han hecho otros dramaturgos, que lo menciono no como si
fuese un error, sino como resultado del perspectivismo al que también alude
Hayden White, su posterior decadencia; este es el Cortés de Leñero. Y Leñero,
como menciona Hayden White, al evocar las consideraciones de R.G Collingwood y
la metáfora del “otro lado de la mesa”, actúa a través de la “imaginación
constructiva” para materializar los diferentes estados, históricos y
personales, de Cortés. Así, menciona Hayden White, la narrativa histórica, en este
caso la representación histórica, no puede ser la reproducción de algunos
acontecimientos capitales, si no su reelaboración; las posibles relaciones que
permanecen subterráneas y que solamente la literatura es capaz de descubrir. Y
esta desestabilización de la oficialidad también se observa en la memoria de
Cortés. Como archivo histórico ha perdido toda lucidez y proporción, pues va de
López de Gómara a su secretario, incluso este y el enano, en algunos momentos,
son los encargados de escribir la historia. Esta idea alude a otra de las citas
que Hyden Whithe hace de Northrop F., cuando este afirma que la Historia se ha
construido a través de la ficción, como los relatos y las crónicas; el cariz de
oficialidad y exactitud lo han adquirido posteriormente. Por otro lado, se
mencionaban las abismaciones temporales que produce Leñero en la pieza: de
momento se observa a Cortés en Coyoacán y después persiguiendo a su esposa
Catalina en Cuba. Sobre las mixturas temporales, Hayden White cita la actitud
de Levi Straus, que afirma que la ordenación no es esencial para el discurrir histórico
y esto evoca la manera en la que Leñero
ordena su mímesis.
sábado, 16 de noviembre de 2013
“LA CATEGORÍA DE PERSONAJE EN LA OBRA “ÁGUILA O SOL”, DE ACUERDO A LAS CONSIDERACIONES DE JOSÉ LUIS GARCÍA BARRIENTOS”
Una
de las principales preocupaciones que se advierten en este capítulo, es
diferenciar la configuración del personaje diegético y del personaje dramático.
García Barrientos describe al personaje narrativo como la figura que es
representada a través de la verbalización, no del acto discursivo, mientras que
el personaje dramático, compuesto por acciones, es representante y representado
por el actor.
5.1 Plano del sujeto
teatral: el concepto de personaje dramático
En este primer apartado, García Barrientos distingue
los tres planos conceptuales en los que participa el personaje dramático: la
fábula (actor o persona escénica), drama (persona ficticia o papel), y
escenificación (suma del actor y persona ficticia). Asimismo, comenta que en la
praxis teatral, puede ocurrir que un
actor interprete diversos papeles. Y esto es lo que sucede en la obra Berman: son
aproximadamente 37 personajes los que componen el reparto, pero, como se
especifica, es una obra compuesta para 10 actores y representada con 7.
5.2 Estructura personal
del drama: reparto y configuración
En esta sección se expone que la totalidad de los
personajes, la categoría Dramatis personae, es la que compone al
reparto y evidencia las relaciones jerárquicas entre los personajes. Por otro
lado, a cada una de las agrupaciones de personajes, denominadas escenas, García
Barrientos las define como estructuras o configuraciones; y estas pueden estar ocupadas por: ningún personaje y
ser sustituidos por música, como sucede en el primer cuadro de Águila o sol, los presagios, en el que
se escucha el canto de mariachis; por un personaje (soliloquio), en el que se
refleja su estado subjetivo; por dos personajes(dúo), en los que prevalece la
confesión o el enfrentamiento; y por el trío, en el que se observa la mediación
de uno de los personajes en el conflicto que ocupa a los otros dos.
5.3 Grados de (re)presentación
del personaje
Aquí se presentan los tres grados de la entidad
teatral: personajes ausentes, latentes y patentes. En la obra de Berman, considerando
como motivo natural a toda representación el grado patente, observamos los
otros dos: el ausente, cuando los cómicos hablan de los tlaxcaltecas; y el
latente, en las seis voces que se escuchan durante el primer cuadro.
5.4
Caracterización y carácter
La caracterización viene a ser el proceso en el que
el personaje adquiere sus atributos externos e internos, mientras que el
carácter es la suma de ambos. En la obra de Berman observamos que algunos de
los personajes, como Cortés, antes de su aparición, son caracterizados
verbalmente por los otros (mensajeros). Posteriormente, Cortés alcanza la
caracterización al evidenciar su
naturaleza dominante.
5.4.1 El carácter como
paradigma.
Espontaneidad y
predeterminación
El personaje, fuera del reparto, carece de valor;
alcanza su sentido sólo en relación con los demás caracteres, dice García
Barrientos. Y el carácter es el resultado de la dialéctica entre la unidad (La
malinche y Moctezuma) y la multiplicidad (Cortés).
5.4.2 Grado de
caracterización
El grado de caracterización viene a conformarse a
partir de los atributos que definen a los personajes. Un ejemplo de este grado
son las alegorías, del auto sacramental; y en la obra de Berman los personajes
también actúa a manera de símbolo: Cortés es la intransigencia de la conquista
y Moctezuma la sumisión.
5.4.
3 Cambios de caracterización
El grado de variación, movilidad o dinamismo de un
personaje puede concebirse de forma distinta. Lotman considera que la movilidad
e inmovilidad del personaje, están relacionadas de acuerdo a las diversas
interpretaciones que un autor y otro dan a un personaje. Esto se observa en los
distintos Hernán Cortés, Moctezumas y Malinches que hemos revisado en el semestre.
Para Spang, el dinamismo se encuentra en el cambio de actitud, pensamiento, es decir, en el
comportamiento. García Barrientos menciona la siguiente tipología para el
caracter:
Fijo: la caracterización no cambia, pero no es
redundante. Los cambios que se observan en el personaje, no pueden rebasar los
límites de su caracterización. Estos son los personajes que se observan en la
obra de Berman, pues mantienen sólo una tesitura.
Variable: El personaje se convierte en otro.
Múltiple:
el carácter del
personaje es plural. En él conviven, de manera simultánea, diferentes
caracterizaciones.
Los caracteres fijos y variables coexisten en una
obra y es a partir de los fijos que se
destacan los variables. Los caracteres de la mayoría de las obras, dice García
Barrientos, son fijos, pues la representación se encuentra supeditada al
tiempo. Por otra parte, de la confluencia de la caracterización fija, resulta
el personaje tipo. Es el que tiene cualidades invariables como: el celoso, el
sádico, el burgués, el andaluz, etc. La caracterización múltiple es muy
peculiar, pues presenta distintas personalidades, no de manera gradual, sino
simultánea.
5.4.4
Técnicas de caracterización
La caracterización del personaje, dice García
Barrientos, empieza por el nombre. Lo mismo sucede con las alegorías, que son
apócopes de instituciones o de atributos morales. Spang propone cuatro
categorías de caracterización:
-Caracterización
explícita: un personaje describe las cualidades de otro. En la obra de
Berman, el desorejado habla del aspecto de los españoles, de sus naves y
caballos.
-Caracterización
implícita: es el emblema, el objeto, el gesto y vestuario que identifica,
como rasgo metafórico y metonímico, a un personaje. Cortés, mediante la
heteroglosia que evidencia al hablar indistintamente inglés, latín e italiano, simboliza el
sincretismo que se desarrolla en el Nuevo Mundo.
-Caracterización
verbal: función caracterizadora del diálogo, como el soliloquio y los
aspectos paralingüísticos del discurso: voz, tono, timbre, intención.
-Caracterización
no verbal: es decir externa, como el maquillaje, movimiento, peinado, etc.
-Caracterización
reflexiva: es la caracterización autocrática del personaje.
-Caracterización
transitiva: la opinión de un personaje construye la significación del otro.
5.5
Funciones del personaje
García Barrientos clasifica las funciones del
personaje como:
Constantes: estas son las configuraciones actanciales que se
repiten a lo largo de la historia de la literatura. Es decir la metatextualidado
los llamados universales narrativos. Esto
se observa, como ya se decía, en las obras que se han abordado durante el curso
y que retoman intermitentemente a personajes como Cortés, Moctezuma y la
Malinche.
Invariantes:
Es la
reinterpretación de un personaje. Sabina Berman pone sobre el escenario a un
Cortés ventajista y cruel, mientras que Leñero configura un personaje decadente
y Gorostiza un Cortés inofensivo.
5.5.1
Funciones pragmáticas
García Barrientos inicia este apartado elucidando
que la pragmática es la relación de los signos y sus usuarios, siendo los signos
los personajes dramáticos: papel y actor, mientras que los usuarios se
representan en el público y en el dramaturgo. Por otra parte, el autor
evidencia dos funciones pragmáticas representadas por el par de binomios:
Personaje- dramaturgo:
Personaje
portavoz: Es el
personaje que fuera del espacio mimético, enuncia la voluntad del dramaturgo,
manteniéndose al margen. En la obra de Berman, durante la conclusión, cuando la
conquista ha sido perpetrada,
Personaje
presentador: Es el
personaje que enuncia los prólogos y los
epílogos. Si bien la obra de Berman
inicia con un narrador, este nunca aparece en escena.
Personaje
pseudo-demiurgo:
Es el personaje que aparece la mayoría de las veces como director y dispone la
secuencialidad de la obra. Este personaje, en la obra de Berman se materializa
en el campesino ebrio que, en realidad, es Tezcaltlipoca.
PERSONAJE-PÚBLICO
Es el personaje que funciona como puente entre el
espectador y los actores, como el coro o el mensajero que informa lo que ha
sucedido fuera de escena; otro ejemplo es el simple.
5.5.2
Funciones sintácticas
Las funciones sintácticas se generan a partir de la
relación entre los personajes y el argumento, y se dividen en:
-Particulares:
por ejemplo los hilos conductores, que en la obra de Berman se ejemplifica con
la llorona que aparece en la apertura y en el cierre.
-Genéricas:
Es la forma determinada del personaje como en la comedia del arte: Arlequín
Colombina, Polichinela y Pantaleón.
-Universales:
Estas recaen sobre todo en la función de los actantes: sujeto, objeto,
destinador, destinatario, ayudante y oponente. En la obra de Berman estos
personajes aparecen como: los guardias, el hombre tigre, el guerrero, los
magos, etc.
·
5.6 Personaje y acción
Personajes
sustanciales: predomina
su naturaleza dramática y son servidos por la intriga. En la obra aparecen como
Moctezuma, la malinche y Cortés.
Personajes
funcionales: predominan
sus acciones, funcionan como personajes secundarios. En la obra son
representados por: Patlazihuatzin, príncipe tlaxcalteca; Ixtlixúchitl y
Yacotzin, madre de aquel a la que obligan a bautizarse.
·
5.7 Personaje y jerarquía
En este apartado, García Barrientos enumera los rangos de importancia de los personajes y
los clasifica en:
Principales: protagonista (s): Moctezuma y Hernán Cortés; deuteragonista:
la malinche; tritagonista: Patlahuatzin y tetragonista: Ixtlixúcitl.
Secundarios:
su importancia
es variable, como la aparición de los tlaxcaltecas y de los soldados ibéricos.
·
5.8 Distancia personal
Sobre
la distancia personal, García Barrientos elucida tres categorías:
TEMÁTICA:
Personaje
idealizado: de
naturaleza superior, como los héroes épicos. En la obra de Berman, todos los
personajes presentan una distancia degradada.
Personaje
humanizado: están a
la altura del ser humano.
Personaje
degradado: esperpento
y grotesquismo.
INTERPRETATIVA:
-García Barrientos distingue dos categorías de la
interpretación:
Distancia:
en el teatro
griego, el actor se diferencia del papel, lo ejecuta no lo encarna. Es más
artificial y esto se refleja en su caracterización externa a través de la máscara
y los coturnos.
Identificación:
posteriormente
se desarrolla una interpretación orgánica. El actor se identifica con el
personaje que se le ha encomendado.
COMUNICATIVA:
Esta tiene que ver con la participación del público
en el espectáculo que, de acuerdo al autor, se identifica mucho más con el
personaje idealizado.
5.9
Perspectiva personal
Los personajes se dividen en objetivos y subjetivos.
5.10
Personaje y significado
Por último, García Barrientos, considerando que el
personaje dramático es representación de algún sentido, desarrolla el material
semántico del que está compuesto a través de los temas de la obra, que
evidencian su semántica.
"LA DAMA BOBA"
“El
hombre sólo tiene acceso al mundo por mediación de la representación”, afirma Daniel
Meyran en su artículo “Teatralidad e historicidad”. Y es a través de la
representación de la sexta escena de La dama
boba que Avelino Juárez, alcalde de Tepan, advierte la posibilidad de que a
su pueblo llegue la alfabetización. Como también menciona Meyran, al definir la
Historia como la recuperación del pasado y a la historicidad como el sesgo
inmaterial que aquella produce, lo mismo que la literiariedad, ya propuesta por
el Formalismo ruso, y la Literatura, el individuo participa de la historicidad,
es decir del presente constante que le hace “ser”. La historicidad, en el texto
de Garro, viene a equipararse con la realidad (sustancia) de la que no
participan los pueblos de la obra: Tepan y Coapa, que en ocasiones nos parece
que se encontraran suspendidos en el tiempo. Pero es Avelino Juárez que, como
una alegoría, representa la idea de Meyran: de la construcción de la Historia
no participa solamente el sistema oficial, también la conciben las zonas
limítrofes y existen en ella. A partir de la representación del discurso, no de
la obra (como “referente histórico” y oficial) Avelino repara en que Tepan
puede acceder al conocimiento, al progreso y puede empezar a existir; idea que
se significa cuando los tepanos aparecen vestidos con atuendos del siglo XVII;
es decir que ya participan del discurso. Por otra parte, entre las ideas que
encabezan el artículo de Juan Villegas, resaltan los conceptos de objetividad y
de competencia cultural del espectador. Si bien ambos atañen a los
espectadores, es posible incluirlos en el texto de Garro por los dos niveles
miméticos que componen la obra: Avelino, Salvador y sus respectivos pueblos son
personajes, pero también son espectadores de la compañía de teatro ambulante.
En cuanto a la objetividad, Avelino Juárez es el mejor ejemplo. El personaje no
se percata de que es una representación, pues, como afirma Villegas: el
destinatario desea “una narración ceñida a la verdad de los hechos descritos”.
Para Avelino no son importantes las disyuntivas que plantea Lope de Vega en su
obra, en su carácter pragmático pretende nada más a un maestro que alfabetice a
los habitantes de Tepan. El segundo punto, la competencia cultural concierne tanto
a los personajes como a los espectadores reales, sobre todo a estos. Y el
recurso que emplea Garro actúa recíprocamente: suple tanto en la realidad como
en la ficción el desconocimiento, pues entera, sobre todo, como se ha dicho, a
los espectadores reales del referente dramático.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
"CÚCARA Y MÁCARA"
Al
leer Cúcara y Mácara de Óscar Liera,
es inevitable no recordar la Corona
de Usigli, que también participa de la “ficcionalización de la experiencia”,
como denomina B. Rizk a la reescritura y a la deconstrucción histórica. Si bien
la “historicidad” de la aparición que ha originado el culto guadalupano es estimada
en la obra de Usigli como reconstrucción desmitificadora, en el texto de Liera,
que también incurre en esta reelaboración, se advierte el cariz irónico que
permea a todo el Nuevo historicismo y que Rizk explicita a través de las
consideraciones de Linda Hutcheon. En Cúcara
y Mácara se deconstruye el mito guadalupano, siendo este el pretexto esencial
para hacer evidente cómo se dispone, a puerta cerrada, entre el Clero y el
Estado, es decir los sistemas oficiales,
la historicidad preceptiva; y de esta distribución canónica no pueden participar los personajes que ocupan la zona periférica,
Angustias y Expectación, pero que en realidad son ellos quienes terminan oficializando
el acontecimiento. El texto de Liera se desliga de la “lectura historicista” de
Usigli y filtra la circunstancia a través de una coyuntura y personajes que
terminan haciéndose reconocibles, sobre todo las figuras principales: la virgen
de Siquitribum y Elgarberto, además del sacerdote 1º, quien evoca los ideales
de la Reforma. Liera desacraliza la atmósfera hierática que envuelve a las
asambleas religiosas, valor que también ha sido asignado por los personajes
limítrofes, presentando a un clero decadente y manipulador. Un grupo de religiosos,
al que después se une un ministro de estado que termina reconociendo la igualdad
entre la Iglesia y el sistema al que pertenece, se ha reunido a deliberar sobre
el reciente ataque al templo de Siquitribum; y aprovechándose de la fe del
fraile Elgarberto, quien desea alcanzar el don, como Cúcara y Mácara, de ser
uno de los elegidos de la virgen, deciden, como lo expresa Rizk, reescribir el
acontecimiento. Se dirá que mientras Elgarberto rezaba, la virgen descendió provocando
la destrucción del templo, salvándose sólo el icono de la deidad. Pero como la
imagen se destruyó en la explosión, los religiosos deciden, excepto el
sacerdote 1º, que es una especie de Lutero en miniatura y pugna por regresar al
monoteísmo, a través de la nota que escriben Expectación y Angustias, sustituir
la imagen por la que está en el convento de San Francisco. Como se ha
comentado, a través de esta obra se advierte la intención desacralizadora de
los mitos históricos que se desarrolló a
partir del Nuevo historicismo.
domingo, 27 de octubre de 2013
"EL ENEMIGO"
Aproximadamente
son seis las tramas que componen El
enemigo: la familia disfuncional a la que ha distanciado la frontera, un
expresidiario que anhela la suerte de su tío muerto, el grupo que denuncia la arbitrariedad a través de las “pintas”, un
par de sepultureros cuyo trabajo ha aumentado con la proliferación de la
violencia, dos funcionarios corruptos y el director que, lejos de aludir sólo a
un motivo metateatral, se convierte en el símbolo de la manipulación y del
dominio. Es así que en El enemigo se intenta
la extrapolación semántica del par de caracteres hegemónicos: la madre de
familia que representa a la ciudad en peligro y que en algunas ocasiones nos
recuerda a la Medea de Eurípides, pues su integridad la decide el director
(Jasón, que a su vez obedece a la autoridad de Creonte), la figura que lo ha
orquestado todo, es decir, la imagen del gobierno engañoso que manipula, como en
una representación, la realidad y, como en una zona de guerra, el miedo.
“El
miedo es el enemigo”, dicen los personajes; figuras que habitan un conglomerado
de archivos muertos cuya verdad, pareciera, sólo se puede hacer evidente a
través de la ficción. De estos archivos subterráneos, primeramente, surge la
trama de la familia que ha sido alejada del padre y es muy significativo que
los niños, cual Telémacos desamparados, lean, en compañía de su madre, que está
a la espera como Penélope, las aventuras de Odiseo convertidas en cómic. Y es esa
misma inquietud de los personajes homéricos la que rige a esta familia,
sensación que en el niño más pequeño ha empezado a manifestarse en una
frecuente incontinencia nocturna.
Por
otro lado está el grupo de jóvenes cuyas “pintas” aparecieron en la ciudad hace
algún tiempo. En su afán por convertirse en un grupo de “coreutas gráficos”, se
ven agredidos por la fuerza militar que también, hace algún tiempo, ocupó la
ciudad. En escena, y a través de la resignificación de una silla vacía,
observamos cómo este grupo es intimidado mediante la tortura. Y, como se ha
dicho, todas estas vejaciones, que además tienen un referente real, son
manipuladas a través del realizador que dirige al par de funcionarios,
culpables de la suerte del grupo de jóvenes.
Y
una de las escenas, que como espectador me resultó más siniestra, es el
monólogo del expresidiario que impreca y, algunas veces profana a través del
baile, el cadáver de su tío. El
expresidiario, consciente de su miseria, desea estar muerto, pero su temor le
impide realizar esa danza del Medioevo que equiparaba, a través de la muerte, a
todos los hombres. El personaje realiza esta danza iniciatoria con el ataúd y
después con el cadáver, pero la muerte se resiste a llegar.
Y
otros personajes, cuya caracterización se configura a partir del tema de la
muerte, son los sepultureros. Al igual que el grupo de jóvenes, actúan a manera
de coreutas griegos, enjuiciando la
creciente violencia. Un acto distintivo de estos hombres es su habilidad para desplatar
botellas con la pala; rasgo que nos aterroriza aún más.
Por
último, pese al entramado ominoso que presenta El enemigo, la conclusión nos ofrece un viso de optimismo. No lo
hace de una manera evidente, si no a través del símbolo: la madre se aleja del
director, incluso un sueño le revela la posibilidad de matarlo, y esto nos hace
pensar en qué hubiera ocurrido si Penélope se decide a no esperar más a Odiseo.
sábado, 26 de octubre de 2013
"LA RONDA DE LA HECHIZADA"
Enviada
por la corona a participar del adoctrinamiento religioso, Dominga Parián, de
profesión actriz, llega al Nuevo Mundo seducida por la poesía mística que descuella
en Iberia. Acompañada de dos simples, Medoro y Ricelo, la actriz se encuentra
con un territorio en el que conviven el aún latente pasado prehispánico y el represivo
sistema clerical del virreinato. Dominga está frente a dos estructuras que, se
percata, la poesía, lejos de confrontar, sincretiza. Se encuentra con una
sociedad engañosa y lasciva, conductas en las que también participa el sistema
religioso, representado por el inquisidor fray Lupercio de Cáncer.
Roberto González
Echeverría, en “Un claro en la selva: de Santa Mónica a Macondo”, elucida el
origen y desarrollo de la narrativa latinoamericana a partir de la recuperación
del pasado mítico e histórico, sustancia
fundamental que, de acuerdo a Echeverría, se aglutina en Los pasos perdidos, tomando posteriormente un cariz paradigmático
en Cien años de Soledad. Todos los
temas y recursos estéticos de la narrativa latinoamericana, comenta el autor,
se encuentran resguardados, cual arcano, en un Archivo inmaterial que conjuga,
como se dijo en clase, lo propio y lo
extranjero. Y este mestizaje de la tradición literaria es el ámbito en el que
flota Dominga y que finalmente reconoce la autoridad, Felipe II, es decir el
canon literario y que se significa en el par de cabezas, guardadas en el baúl
(Archivo) que replican a la actriz. Las dos cabezas de Dominga, que además de
ser el pretexto del enredo con el inquisidor y la marquesa de Riaño, vienen a
simbolizar la ambivalencia del personaje, dualidad que se resuelve en la
poesía: una significa sus raíces ibéricas, la otra el gusto por la cultura
prehispánica, y la tercera, la Dominga de carne y hueso, es la transculturación
que a manera de crítica, y como uno de los tantos ejemplos de la pieza, se
observa cuando Ricelo recrimina a la actriz que ha dejado de usar el voseo.
El tono inquisitorial de la pieza,
evoca algunas de las leyendas que compilaría Luis González Obregón, hacia 1923;
entre ellas La Mulata de Córdoba. Pudiera
pensarse que el final de la pieza de Argüelles sería similar al de la leyenda
mencionada: Dominga, a punto de morir bajo el rigor de Lupercio, encontraría la
salvación en Tecatzin. Pero la resolución que presenta Argüelles, como terminaría
toda comedia del Siglo de oro, expone la tradición ibérica, evidenciando
nuevamente el sincretismo que menciona González Echeverría.
COMENTARIO DE "UN CLARO EN LA SELVA: DE MACONDO A SANTA MÓNICA"
En el capítulo de “Un claro en la selva: de
Macondo a Santa Mónica”, Roberto González Echavarría presenta una de las
discusiones fundamentales de la narrativa latinoamericana: el desgaste de los
mitos y situaciones precolombinas. El
crítico considera que esta inclinación literaria, como lo es la épica en la
literatura española, se debe a que el mito recrea el origen, principio que se
significa en el desarrollo de la historiografía
latinoamericana y cuyo portavoz ha sido la novela. Glez. Echavarría
considera que el mito es la materia primordial de la narrativa latinoamericana,
como la historia lo ha sido a otras tradiciones literarias, en las que la que
la ficción se ve filtrada a través de otros marcos textuales como la epístola,
el manuscrito o la crónica. Estas estrategias narrativas, sobre todo a partir
del desarrollo del Nuevo historicismo, en la literatura latinoamericana se ha
incorporado además el pasado mítico en narrativas como la de Carlos Fuentes,
basta recordar su cuento Chac Mool, o
en la de José Emilio Pacheco, dando cuenta de injerencia en la posmodernidad y
en lo que Milán Kundera,
domingo, 22 de septiembre de 2013
“LA MALINCHE”
Adam Vensényi comenta
que precedentemente al arribo y desarrollo de la cultura ibérica al Nuevo
Mundo, la sociedad prehispánica había desarrollado un tipo de expresión
escénica, si bien no equivalente a la oficial pues, entre otras cosas, no se
exhibía frente a un espectador, vertida en el ritual propiciatorio y renovador.
Así, el autor menciona las “Guerras floridas”, en las que los prisioneros de
guerra eran sacrificados a Huitzilopochtli; posteriormente, también menciona, y
esto a partir de las impresiones de fray Diego Durán, los rituales, como el del
esclavo que durante cuarenta días representaba a Quetzalcóatl, para después ser
sacrificado, o la ceremonia en la que la figura principal era la diosa Xochiquetzal,
que adquirieron una naturaleza teatral más próxima a la que se desarrollaba en
el Viejo Mundo. Y como esta teatralidad, que comprende a la ilusión escénica y
representación, fue la desarrollada por Cortés en su empresa conquistadora; evoca
Versényi el encuentro, producto de la coincidencia, entre los emisarios de Moctezuma II y los
peninsulares, a quienes se les asoció con el retorno de Quetzalcóatl; y es por
esto que Moctezuma les envía los atavíos reservados a las deidades,
circunstancia que, de acuerdo al autor, fue muy bien aprovechada por Cortés.
Es
en este primer encuentro que menciona Versényi, se observa a un Cortés sagaz y
artero, rasgos que no corresponden al personaje configurado por Gorostiza,
siendo este un Cortés, cortés. Por otra parte, en la pieza también se advierte,
por boca de Coscateotzin, cuando están en Cholula, a un Moctezuma juicioso, que
no se deja confundir por “la señales” que acompañan la llegada de los
conquistadores; es por esto que Coscateotzin le confiesa a la Malinche el
ataque que planea el emperador contra Cortés y sus hombres. Pero el Cortés que
presenta Vensényi, como se decía, es la
antítesis del anterior. El teórico relata cómo el conquistador amedrentó a los
emisarios de Moctezuma con detonaciones, para después embriagarles, mientras
que Gorostiza presenta, en el primer acto, a un conquistador generoso, que
convida de buena fe a los indígenas y cuyo objetivo único es la evangelización.
Versényi,
además de exponer el sentido sacro que las culturas prehispánicas daban a sus
rituales y festividades, comenta cómo el teatro evangelizador recuperó algunos
de los elementos del rito, para adaptarlos a su carácter didáctico. En el
segundo acto de la pieza, cuando la Malinche y Cortés se encuentran en Cholula,
se observa este sincretismo: la mujer, aludiendo al sentido de la comunión que
les ha enseñado fray Bartolomé de Olmedo, le dice a Cortés que él se ha
convertido en el dios que ha entrado en su sangre y carne, evocando la
transubstanciación. Otros momentos de esta simbiosis cultural, es el que se
observa en el tercer acto: Cortés y la Malinche se encuentran fuera del palacio
de Coyoacán y el conquistador se encoleriza pues lee las inscripciones que los
soldados han escrito para injuriarle. Y preguntándole el conquistador a la
Malinche sobre el significado de estas inscripciones, la mujer le responde de
acuerdo al pasaje que se lee en el libro de “Daniel”, y que relata la caída del reino de Belsasar, a quien la
Malinche llama Baltasar, después de que una mano apareció trazando una
inscripción en la pared. Y el último ocurre al final de la pieza: luego de la
muerte de Catalina Juárez, que es muy similar a la venganza que comete Medea
contra la hija de Creonte, se escucha primero el rosario en lengua castellana y
después, recitado por la Malinche, en náhuatl. Es muy interesante cómo la
teatralidad de Cortés, que nunca termina de expresarse y que lo convierte en un
hombre generoso, provoca que la Malinche se transforme en la servidora de
Iberia, representada en Catalina Juárez, siendo aquella la maternidad telúrica
que engendra al mestizo. Es decir, a pesar que este Cortés dista mucho del
personaje oportunista y cruel que hemos conocido, me parece aún más peligroso
el de Gorostiza, pues revela el carácter demagógico que expone Versényi.
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