George Lukács advierte un
desarrollo más acentuado en la narrativa histórica que en el drama; sin embargo
menciona la hibridación entre ambos géneros, que ya había estipulada, dice
Lukács, por Aristóteles, entre la épica y la tragedia. Empero, el crítico no
solamente intenta evidenciar sus disparidades, sino también las características
en las que se corresponden. Una de ellas es su rasgo cualitativo, es decir la
concentración formal, que explica a través de una de las categorías de la estética
hegeliana la “totalidad de los objetos”. Citando a Hegel, Lukács evidencia que
el drama no representa un mundo objetivo, es decir distanciado de la realidad
humana, sino que intenta contener “la impresión de la totalidad”. El drama
ficcionaliza los temas esenciales de la existencia y los convierte en
paradigmas. Tal es el caso de la obra Corona
de fuego de Rodolfo Usigli, pieza perteneciente a la trilogía que, por lo
que se ha comentado, recupera tres momentos paradigmáticos del devenir
nacional: la aparición del mito guadalupano, los acontecimientos posteriores a
la conquista (muerte de Cuauhtémoc) y la decadencia, en voz de Carlota, del
segundo imperio. Es decir que la trilogía de Usigli, como lo evidencia la
estética hegeliana que retoma Lukács, intenta ofrecer un panorama absoluto de
la conformación identitaria de “lo mexicano”. Y Corona de fuego, como si se tratara de una abismación, presenta
otros momentos importantes de la historiografía, que filtra a través de dos
coros (el español e indígena); recurso que evidentemente retoma de la tradición
clásica y que evidencia esta totalidad estética y formal. La intromisión de los
coreutas, también nos habla de la categoría que propone Lukács para los
personajes: “los hombres de confianza”, que el teórico define como aquellas
figuras que, lejos de ser sólo personajes secundarios, detonan la fuerza motriz
de la acción global. Así, observamos que la pesadumbre de la malinche, en el primer
acto, por las manos que Cortés ha mandado cercenar, se intensifica con la
participación de los coreutas. Otro ejemplo es la demanda que hace el coro indígena
cuando Cortés manda destruir las efigies prehispánicas; los coreutas le
cuestionan su caridad católica. Otros momentos importantes que observamos es la
traición de Pax Bolón a Cuauhtémoc y el castigo a este y a Tetlepanquetzin el
28 de febrero de 1525.
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