Diana
Taylor, en The archive and the repertoire,
a través del primer soliloquio que presenta Emilio Carballido en su loa Yo también hablo de la rosa, evidencia
la relación entre el pasado prehispánico y el presente histórico. En el corazón
mestizo de la intermediaria, convergen las dos culturas y es a través de su voz
que se da cuenta del sincretismo. A través de un objeto inmaterial se
desarrolla la intención del texto. Por otra parte, en la pieza musical de Jorge
Ibargüengoitia, Los buenos manejos,
también la significación del texto recae en un motivo inmaterial: los nombres
de los personajes. La denominación de cada una de las figuras dramáticas, como fray
horóscopo, doña álgebra o don sepulcro, que luego se fortalece cuando el trío
de prostitutas encubren su identidad bajo el apellido “de la Máscara y Cortina”,
refleja el contenido que Ibargüengoitia ironiza: la doble moral dieciochesca. Esta
idea se colige con las consideraciones de Juan Villegas en el capítulo “De los
discursos teatrales y teatralidades de la posmodernidad y la globalización”. En
este describe una de las modalidades del drama: el teatro político, género en el
que se inserta el texto de Ibargüengoitia. En la obra se representa una pequeña
comunidad del siglo XVIII en el que la legislación se advierte corrompida, al
participar de actividades ilícitas como la prostitución. Al igual que las tres
rameras, Aurora, Tecla y Dolabella, el gobierno y los habitantes de la obra, se
ocultan tras “los buenos manejos” por los que finalmente consiguen sus cometidos
políticos y económicos. La conclusión de esta pieza puede estimarse como
impredecible, pues el aparente triunfo de la virtud que se materializa en el
castigo de las tres mujeres, se permuta con el desenmascaramiento de sus
figuras: Sepulcro, de manera repentina, muere; y este motivo detona nuestra perspicacia:
álgebra se casa con el alcalde don Sebastián y se convierte en la
administradora del prostíbulo de la comunidad.
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