martes, 3 de septiembre de 2013

LA FUNCIONALIDAD DEL AGÓN EN EL "RABINAL ACHÍ", DE ACUERDO A LA CATEGORIZACIÓN QUE HACE RICOEUR SOBRE EL DISCURSO Y QUE COMENTA DE TORO, ADEMÁS DEL COTEJO CON "LOS ENEMIGOS", DE SERGIO MAGAÑA

En la introducción que Francisco Monterde elabora sobre el Rabinal Achí, también denominado “el baile del Tun”, El varón de Rabinal y El vencido,  además de evidenciar el momento en que es relatado por boca de Bartolo Zis, inscrito hacia 1850 y traducido al francés, en 1862 por el abate Esteban Brasseur, se  menciona la notable correspondencia que guarda la disposición del texto maya, con la estructura del drama ático. Y esta correlación viene a significarse en los dos principios que Fernando de Toro retoma de Paul Ricoeur: el texto y el discurso. Este "elemento de composición” que me gustaría resaltar, como lo designa Pedro Bádenas de la Peña, en su estudio La estructura del diálogo platónico, es el agón.


          Bádenas de la Peña, menciona que el agón es el duelo dialógico entre dos antagonistas que se enfrentan al defender dos principios que se oponen, rasgo que nos recuerda dos de las instancias que Ricoeur otorga al discurso: la presencia de un sujeto enunciador y de un enunciatario. Esta circunstancia es una característica consustancial del drama griego, y del todo el teatro, por supuesto, pero aclaro que me refiero a las formas clásicas, pues además de proponer a los espectadores dos discursos contrarios: el de la autoridad y el de la insubordinación, aporta el conflicto del drama. Este principio, como se verá en la mención de las siguientes obras y en el Rabinal Achí, es resultado de un desafío. Se genera una pugna entre el personaje que participa como sometido y el personaje superior. Y frecuentemente es este último el que termina prevaleciendo, como  se observa en el Rabinal Achí, tras el sacrificio  del joven Queché.
          Es muy significativo recordar, en la obra de Sófocles, la lucha que Antígona y su tío Creonte sostienen al exigir la protagonista que el cuerpo de su hermano Polinices sea sepultado y reciba las libaciones. Finalmente Antígona desobedece al orden superior y es condenada a morir dentro de una cueva; pero su final viene cuando es ella quien termina ahorcándose frente al cuerpo ensangrentado de Hemón, hijo de Creonte, que al conocer el edicto de su padre, prefiere atravesarse con su propia espada. Así mismo se puede mencionar el alegato entre la esfinge y Edipo, que también recrea Sófocles. Aquella, queriendo perder al protagonista y a toda Tebas, lanza su acertijo; enigma que Edipo sabe contestar y que, contrariamente, le trae la perdición. José María Lucas de Dios, en su texto Estructura de la tragedia de Sófocles, distingue tres tipos de agón:
1.      El agón de búsqueda y persecución: este se desarrolla cuando el protagonista va en busca de su contrario para destruirle.
2.      El agón de expulsión: es en el que se desea excluir a un personaje valorado como nocivo. Un claro ejemplo de este agón es la disputa entre Medea, Jasón y Creonte.
3.      El agón de lucha: es el más frecuente en la representación teatral y es el que se observa en la mayoría de los dramas clásicos  y en el que interviene, sobre todo, la palabra. Este es el énfasis de los actos perlocutorios que describe Ricoeur en el principio del discurso.  

 

         
          Es esta última categoría, que incluye la tercera instancia agónica, es la que se advierte en la obra maya, a través de la lucha dialéctica que sostienen sus personajes.  Los tres cuadros del acto primero, presentan la llegada, desafío y captura del joven Queché a manos del joven de Rabinal, además de la audiencia y ataque que procura el cautivo contra el Jefe Cinco-Lluvia, gobernador de la ciudad de Rabinal. Ya en el segundo acto se observa la conversación del joven Queché con el Jefe Cinco-Lluvia y los favores que este concede al prisionero antes de ser sacrificado. En la primera parte, el agón se inaugura con el enfrentamiento entre el joven Rabinal y el joven Queché. Cuando este se encuentra cautivo, ambos guerreros empiezan departir y aquí se evidencia el carácter referencial del discurso. El joven Rabinal acusa a su adversario, primeramente, de haber imitado “el grito del coyote, del zorro, de la comadreja y jaguar, para atraer a los niños de Rabinal, de los cuales asesinó una decena. Seguidamente le recrimina el secuestro del Jefe Cinco-Lluvia, que fue llevado a los valles Quiché y aprehendido “entre los muros de cal”. Pero la principal afrenta del joven Queché es haber desafiado a su enemigo, como Antígona a Creonte, y por eso será sacrificado. La segunda categoría agónica se observa en el último acto. El joven Queché es favorecido por el Jefe Cinco-Lluvia, pero antes le cuestiona; y concluido el interrogatorio al joven Queché le son entregadas las doce bebidas Ixtatzunun, el manto tejido por la esposa de Cinco-Lluvia, la danza con la Madre de las Plumas, el enfrentamiento con los doce jaguares y las doce águilas, además de los 260 días que se dilata el sacrificio. Finalmente, el personaje regresa y, como todo aquel que desafía a la autoridad, es exterminado.      

          Por otra parte, está la obra Los enemigos de Sergio Magaña, quien pese a ser un novelista y dramaturgo prominente, presentó a la escena una de sus obras menos afortunadas. Pieza que empero tiene como marco referencial el Rabinal Achí y que otorga a la música y a la danza una posición destacada como el texto primigenio, más que vinculada a este, como lo menciona Emilio Carballido, se sostiene por los referentes metatextuales del drama shakesperiano. Y basta con leer el primer momento de Los enemigos, que expone las relaciones furtivas entre Queché y Yamanic Mun, prometida de Rabinal, para reconocer la reelaboración de la segunda escena del segundo acto de Romeo y Julieta, personajes que, como Rabinal, obedecen más al instinto y no al bien común como los del texto indígena. El joven Rabinal de Magaña, por momentos también evoca al Werther de Goethe, vehemencia más cercana al romanticismo, que a su carácter mítico. Otro punto que resulta fundamental es la manera en que Queché es apresado por su enemigo. Este, a diferencia del texto maya, es instigado por los funcionarios contra el joven Queché y no es este el que de manera directa provoca la ira de Rabinal. Esta circunstancia, a diferencia del Rabinal Achí, genera el primero de los agones que se han mencionado: el de búsqueda y persecución. Rabinal va a la caza de Queché, pesquisa justificada por todas las calamidades que ha provocado. Por último, en el texto de Magaña, la acción del sacrificio no es valorada como un ritual necesario que permite la regeneración y la continuidad de los ciclos, sino como un acto de venganza de Rabinal contra Queché.            
      
 

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