Estrenada en 1963, In
pipiltzintzin o La guerra de las gordas es una comedia cuya intención
principal es la desacralización de algunos de los personajes de la cultura
prehispánica, como: Moquíhuix, Axayácatl y Tlacaélel, bajo el móvil del
derrocamiento del primero de los personajes, en 1475, último rey de Tlatelolco.
Y para este comentario será mencionada una de las categorías narratológicas que
aparecen con mayor profusión en la pieza: la anacronía. Helena Beristáin, en su
Diccionario de retórica y poética,
define a la anacronía como el desplazamiento generado entre la disposición sincrónica
(cronológica) de los hechos representados y la distribución artificial (diacrónica)
del proceso en el que son ordenados.
Asimismo, la investigadora retoma lo expuesto por Gérard
Genette en su obra Figures III. De
acuerdo al teórico, la anacronía es la amalgama que resulta de la prolepsis (anticipación)
y analepsis (retrospección), provocando una estructura abismada del relato, y
que tiene la función de anunciar lo futuro o retomar el pretérito en el
presente. Y esta la función que tiene la anacronía en la obra de Novo, anteponer
en el pasado algunas características de la cultura occidental, que, de acuerdo
a la temporalidad de la obra, aún no entraba en contacto con el llamado Nuevo
Mundo. La primera anacronía se observa en el discurso de Tecónal, personaje que
participa como el consejero de Moquíhuix; en su prólogo, Tecónal, además de reconocer
que está actuando como lo haría cualquier otro personaje del drama griego,
indica las correspondencias que existen entre los eventos que se van a
desarrollar y el poema de la Íliada,
relato que termina por manifestarse en la mención que se hace de Netzahualcóyotl.
La segunda anacronía se revela, además de una manera
muy graciosa, en Moquíhuix. El tlatoani, airado contra su cuñado Axayácatl que
le ha exigido un tributo desorbitante, y esto a causa de la supuesta violación,
por parte de un grupo de tlatelolcas a una comitiva de mujeres tenochcas, se
rehúsa a pagar y prefiere declarar la guerra a Axayácatl; le dice a Tecónal: si vis pacem, para bellum (si quieres la
paz, prepara la guerra); asimismo Moquíhuix expresa su gusto por la mujer
pálida y no por la morena como Chalchiuhnenetzin, su esposa. El que un
personaje indígena que no ha tenido ningún contacto con la cultura europea y
que no obstante actúa como un occidental, refleja la intención irónica de Novo
por reflejar las implantaciones que la cultura mexicana ha adoptado del
exterior y que Octavio Paz, en su ensayo “Crítica de la pirámide”, denomina
como “imitación extralógica”.
La tercera y última anacronía se manifiesta en el primer
cuadro del acto segundo. Cuando la guerra ha empezado, Calcimehuatecutli,
general tenochca, comunica a Axayácatl que Netzahualcóyotl está componiendo un
poema que será cantado tras la derrota de Moquíhuix. Este poema no es más que
la Ilíada; los primeros versos del
poema de Netzahualcóyotl dicen: “Canta, ¡oh musa”, la cólera del divino
Axayácatl; cólera funesta que causó infinitos males a los tlatelolcas!”.
Claramente se ha sustituido Axayácatl por Aquiles y tlatelolcas por aqueos.
Muy bien expuesto y aplicado el concepto de anacronía en la obra. Hay otras cuantas, algunas más evidentes o cultas que otras. Tal vez, no todo el auditorio captaba cada una, pero sin duda están ahí para recordarnos que el tema prehispánico (bien en el pasado) apunta y recae en el presente.
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