domingo, 11 de agosto de 2013

EL DESAFÍO DE EMILIO CARBALLIDO

Pese a que la figura y mérito de Pedro Calderón de la Barca transitan en un teatro de carácter más hierático que festivo, esto no impidió que el dramaturgo, al igual que sus contemporáneos, ofreciera a las tablas producciones que dentro del espectáculo del Siglo de Oro ocuparon un estadio menor: el entremés. Género que a partir de mediados de siglo XV, como comenta el filólogo Eugenio Asensio en su introducción a los entremeses cervantinos, no sólo designó a la categoría gastronómica, sino también al espectáculo que se insertaba en las celebraciones públicas y que posteriormente los dramaturgos intercalaron en la estructura de la comedia áurea. Asimismo, el filólogo estima que el entremés tiene su precedente más próximo en los Pasos de Lope de Rueda, cuya función consistía en participar de la representación principal, a manera de pequeñas subtramas. Lo que sí diferencia al paso del entremés, es que este era independiente de la comedia, mientras que el paso intervenía como un fragmento de la representación; entre los rasgos que los homologan, pueden contarse: que ambos reducían los contenidos y temas que representaban, siendo su intención esencial la sátira, además de ser expuestos, a diferencia de la comedia, por personajes “de modesta o nula burguesía”.
 
 
 
 
 
 









 

         Ejemplo de lo anterior son el entremés calderoniano El desafío de Juan Rana y el texto homónimo, adaptación del dramaturgo Emilio Carballido, que se encuentra antologado en el volumen Teatro para adolescentes (2004) y que el autor define como sainete (género derivado del entremés). De acuerdo a María-Luisa Lobato, en su edición Teatro cómico breve, El desafío de Juan Rana se representó entre 1657 y 1662 por los actores Cosme Pérez y Bernarda Ramírez. El actor, comenta Francisco Sáez Raposo, en su ensayo “Juan Rana en escena”, interpretó por más de cuarenta años al personaje; figura arquetípica que, como precedentemente lo habían hecho los personajes de la “Comedia del arte” italiana, seguía una línea de acción definida e inserta en situaciones risibles, muy próximas a la caricatura (esto como Chaplin, Lloyd o Keaton lo harían siglos después durante las primeras décadas del cine). Tan sólo basta enumerar otros de los entremeses que Cosme Pérez protagonizó, títulos que seguramente encendieron la alegría de los espectadores: Pipote en nombre de Juan Rana, El doctor Juan Rana y Juan Rana mujer. Como se decía, las piezas que ocupan este comentario son El desafío de Juan Rana. Y a pesar de que una desciende de la otra, Carballido no realiza una transformación de situaciones y nombres, como pudiera pensarse, sino una resignificación del texto original para el público contemporáneo, siendo este su principal desafío.




 

 
 






 
 
 

 
 
 
El texto, abordando dos de los temas más socorridos por la comedia áurea: el adulterio y la honra, desarrolla el trance que vive el protagonista, cuando se entera que su esposa le es infiel con Gil Parrado. Al respecto, Eugenio Asensio comenta que este era uno de los móviles más gustados por el público: el triunfo de la mujer adúltera sobre el esposo bobalicón. El primer momento del entremés expone la llegada de Juan Rana y el reclamo que el hombre hace a Gila: Parrado le ha agredido y ha difamado su honra. Gila, temiendo que Rana descubra la verdad, le incita a desafiarle; y así, Rana, no del todo persuadido, pues considera que es Gila quien debe desafiar a Parrado, escribe una nota al hombre en la que especifica que le espera por la tarde para reparar el agravio. A diferencia del original, Carballido decide emplazar el primer momento de su adaptación en la noche, período que permite al dramaturgo acentuar las relaciones furtivas de Gila y Parrado. Como en el entremés, Rana aparece lamentándose por las ofensas recibidas y Gila cumple la misma función, excitar el ánimo de su esposo contra Parrado. Pero la verdadera aportación a la circunstancia se advierte en la aparición in situ del hijo de Gila que se advierte no es de Juan; en el entremés este personaje, Juanico, aparece como figura incidental y evidencia el engaño del que ha sido víctima Rana. En la adaptación, Gila, aleccionando a su marido sobre cómo debe atacar a Parrado, blande al niño como si se tratara de una espada; y es evidente que Carballido utiliza esta maniobra para deshumanizar aún más a sus personajes y elevarlos a lo grotesco. La primera circunstancia del entremés concluye al momento de entregar el protagonista la carta a Gila. Seguidamente, la mujer deplora la actitud de Juan y enuncia que prefiere verlo muerto, antes de quedarse sin honor. En el texto de Carballido, este acontecimiento es acompañado por el período nocturno que oculta el adulterio de la mujer: Gila, con la inocente venia de Rana, sale a entregar la carta a Gil Parrado. Posteriormente, regresa al amanecer, mientras Rana ya está saliendo de la casa.  

El segundo y último momento del entremés inicia con Juan caminando por la calle. Rana enfatiza, y esto seguramente para evidenciar el cambio de espacio: “Ya en la calle estoy”;  seguidamente se encuentra con Gil Parrado y empiezan a reñir. El combate es detenido por el justicia que escucha incrédulo las hipérboles de Juan Rana: le ha dicho que luchó contra cien hombres, de los cuales noventa y nueve han huido, además de mentir sobre la muerte de Parrado. Pero en el entremés, un desenlace que se prevé funesto, concluye en celebración. Así, Juan Rana no es apresado, sino eximido por su valentía. Esta conclusión un tanto absurda y característica del entremés, es redoblada en el texto de Carballido. Este intenta, degradando un poco más a la esposa de Rana, aumentar la sorpresa y la risa de los espectadores. Y esto se concreta al recaer la paternidad de Juanico sobre el alguacil que intenta apresar a Rana: Gila le suplica que no lo arreste, pues es el padre de su hijo.  

1 comentario:

  1. Muy discutible eso del "estadio menor" del género breve durante el Siglo de Oro. Es una idea preconcebida y forjada a finales del XIX en donde lo "menor" se entendía de forma peyorativa. Afortunadamente, esa visión ha cambiado. El entremés y las demás piezas de corta duración fueron parte sustancial del espectáculo. No hay comedia sin loa. El mismo Eugenio Asensio en su Itinerario del entremés defendió esta postura. Paso y entremés son esencialmente lo mismo. Es una tipología que responde a cuestiones editoriales y de mercado. Ten cuidado con el manejo pasajero de fuentes secundarias. La comparación que has hecho con el texto original de Calderón se lleva las palmas.

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