Pese a que la figura y mérito de Pedro Calderón de la Barca transitan
en un teatro de carácter más hierático que festivo, esto no impidió que el
dramaturgo, al igual que sus contemporáneos, ofreciera a las tablas producciones
que dentro del espectáculo del Siglo de Oro ocuparon un estadio menor: el entremés.
Género que a partir de mediados de siglo XV, como comenta el filólogo Eugenio
Asensio en su introducción a los entremeses cervantinos, no sólo designó a la categoría
gastronómica, sino también al espectáculo que se insertaba en las celebraciones
públicas y que posteriormente los dramaturgos intercalaron en la estructura de
la comedia áurea. Asimismo, el filólogo estima que el entremés tiene su
precedente más próximo en los Pasos de
Lope de Rueda, cuya función consistía en participar de la representación
principal, a manera de pequeñas subtramas. Lo que sí diferencia al paso del
entremés, es que este era independiente de la comedia, mientras que el paso intervenía
como un fragmento de la representación; entre los rasgos que los homologan, pueden
contarse: que ambos reducían los contenidos y temas que representaban, siendo
su intención esencial la sátira, además de ser expuestos, a diferencia de la
comedia, por personajes “de modesta o nula burguesía”.
Ejemplo de lo
anterior son el entremés calderoniano El desafío de Juan Rana y el texto homónimo, adaptación del dramaturgo Emilio
Carballido, que se encuentra antologado en el volumen Teatro para adolescentes (2004) y que el autor define como sainete
(género derivado del entremés). De acuerdo a María-Luisa Lobato, en su edición Teatro cómico breve, El desafío de Juan Rana se representó
entre 1657 y 1662 por los actores Cosme Pérez y Bernarda Ramírez. El actor,
comenta Francisco Sáez Raposo, en su ensayo “Juan Rana en escena”, interpretó por
más de cuarenta años al personaje; figura arquetípica que, como precedentemente
lo habían hecho los personajes de la “Comedia del arte” italiana, seguía una
línea de acción definida e inserta en situaciones risibles, muy próximas a la
caricatura (esto como Chaplin, Lloyd o Keaton lo harían siglos después durante las primeras décadas del cine). Tan sólo
basta enumerar otros de los entremeses que Cosme Pérez protagonizó, títulos que
seguramente encendieron la alegría de los espectadores: Pipote en nombre de Juan Rana, El
doctor Juan Rana y Juan Rana mujer.
Como se decía, las piezas que ocupan este comentario son El desafío de Juan Rana. Y a pesar de que una desciende de la otra,
Carballido no realiza una transformación de situaciones y nombres, como pudiera
pensarse, sino una resignificación del texto original para el público
contemporáneo, siendo este su principal desafío.
El segundo y último momento del entremés inicia con Juan caminando
por la calle. Rana enfatiza, y esto seguramente para evidenciar el cambio de
espacio: “Ya en la calle estoy”; seguidamente
se encuentra con Gil Parrado y empiezan a reñir. El combate es detenido por el
justicia que escucha incrédulo las hipérboles de Juan Rana: le ha
dicho que luchó contra cien hombres, de los cuales noventa y nueve han huido,
además de mentir sobre la muerte de Parrado. Pero en el entremés, un desenlace
que se prevé funesto, concluye en celebración. Así, Juan Rana no es apresado,
sino eximido por su valentía. Esta conclusión un tanto absurda y característica del entremés, es redoblada en el texto de Carballido. Este intenta, degradando un
poco más a la esposa de Rana, aumentar la sorpresa y la risa de los espectadores. Y esto se concreta al recaer la paternidad de Juanico sobre el alguacil que intenta apresar a
Rana: Gila le suplica que no lo arreste, pues es el padre de su hijo.
Muy discutible eso del "estadio menor" del género breve durante el Siglo de Oro. Es una idea preconcebida y forjada a finales del XIX en donde lo "menor" se entendía de forma peyorativa. Afortunadamente, esa visión ha cambiado. El entremés y las demás piezas de corta duración fueron parte sustancial del espectáculo. No hay comedia sin loa. El mismo Eugenio Asensio en su Itinerario del entremés defendió esta postura. Paso y entremés son esencialmente lo mismo. Es una tipología que responde a cuestiones editoriales y de mercado. Ten cuidado con el manejo pasajero de fuentes secundarias. La comparación que has hecho con el texto original de Calderón se lleva las palmas.
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